Congress has declared war against Spain

En España nadie debería hacerse el tonto sobre las intenciones expansionistas estadounidenses, esta vez verbalizadas por Donald Trump. EEUU un día decidió ser de puertas para fuera un imperio y su carrera anexionista nunca se ha detenido “Congress has declared war against Spain”. Así rezaba el titular en portada de un periódico washingtoniano un 25 de abril de 1898. Pero guerra ¿por qué? En este caso se trataba de apoderarse de las Filipinas, de hecho, en la misma noticia se explicaba que era necesario capturar un puerto y fortificarlo para convertirlo en base de suministros. Cuba -el territorio de Guantánamo aún permanece en poder de los EEUU-, Puerto Rico, Guam... Los militares españoles, en su mayoría hoy americanistas y otanistas, conocen bien la historia de esta infamia pero no la cuentan. En España nadie debería hacerse el tonto sobre las intenciones expansionistas estadounidenses, esta vez verbalizadas por Donald Trump. EEUU un día decidió ser de puertas para fuera un imperio y su carrera anexionista nunca se ha detenido, sea por la fuerza militar o por compras o simples usurpaciones: Alaska, La Florida, Luisiana, parte de México, islas del Caribe; porque sí. Incluso se permitieron crear un nuevo Estado en África con repobladores estadounidenses: Liberia. Esa contradicción ya de nacimiento de la primera democracia del mundo libre la explicó muy bien Alan Wolfe: EEUU como Estado dual, democracia para adentro, imperialismo para afuera, anclado en las contradicciones entre democracia y capitalismo. La cuestión es qué hacer. De momento, los líderes europeos, por ejemplo, el alemán Olaf Scholz, declaran tímidamente su incomprensión. Ciertamente están más comprometidos con su propia supervivencia política que con un proyecto político europeo serio y robusto que tenga algo que decir en el mundo. Para hoy, el programa político presentado por Ursula von der Layen, otra otanista, para su nuevo mandato al frente de la Comisión Europea, ha quedado en papel mojado, está obsoleto. Pero más obsoleto queda el ideario europeo atascado en el papelón de sus contradicciones y seguidismo. Más aún cuando en este caso se trata de un aliado con el que comparten en su mayoría la membrecía y las estrategias de la OTAN, cada día más subordinada al inquilino de la Casa Blanca; las Naciones Unidas las dejo al margen por vergüenza. Resulta que la dirigencia europea pelea con firmeza la guerra de Ucrania para defender su integridad territorial mientras el “Boss” pretende anexionarse, incluso por la fuerza, el Canal de Panamá, Canadá y Groenlandia; este caso último es particularmente curioso porque se trataría de un miembro de la OTAN que ataca a otro, Dinamarca. ¿Seria de aplicación el artículo 5 del Tratado de la OTAN, tan invocado para complicarnos a todos en Ucrania? Me gustaría mirar por una mirilla y observar qué estarán pensando aquellos países escandinavos nuevos miembros de la OTAN asustados por el peligro ruso. Pero, sobre todo, cómo, con qué desparpajo, van a defender a partir de ahora esos miembros de la OTAN, la idea de democracia, respeto al derecho internacional e integridad territorial. Todo es una farsa imperialista, aunque suene mucho al dialecto de los revolucionarios; si no, qué decir de la anexión del Golán, Jerusalem, Cisjordania... o el Sáhara. En la Unión Europea no hay liderazgo europeísta, sus Estados son simples provincias, ya no hay proyecto, sus líderes solo tratan de resistir individualmente, últimamente con la llorera de que viene Elon Musk. Hasta ahora no se han dado cuenta de quién era ese tipo, no bastó el ejemplo de Brasil, el primer intento de desestabilización ultraderechista con ocasión de la victoria del Partido Laborista en el Reino Unido o de las Intromisiones en Australia. No era poco, era un aviso. La pregunta es ¿qué es lo que no entienden de Trump y de los EEUU, Olaf Scholz y el resto de dirigentes europeos?

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